La Tecla Fértil.
Cuando el Libertador Simón Bolívar sintió el peso de la muerte en la figura
del Mariscal Antonio José de Sucre, palpó que en el Ecuador y el altiplano
peruano le traicionaron y todo lo que hizo se fue al naufragio. Es penoso,
todos los ilustrados e intelectuales de la época sin vacilaciones se fueron
hacia la causa española y parecían más barbaros al tomarse en cuenta y llenarse
en un verdadero concierto de rabia. Todos seguían al lado de la causa de la
República Española y ninguna voz discordante se hizo sentir, todos habían
traicionado a su propia tierra y jamás apareció un defensor de la patria
materna que los liberó, Venezuela.
El caso chileno es fascinante, no solo por la recopilación que se ha
hecho de textos de tantos intelectuales de peso, sino también porque la guerra
española coincidió con el apasionante proceso de la formación y luego el
triunfo del Frente Popular chileno. Hoy, muchos venezolanos en el proceso de
migración se han instalado como residentes en esta región ocupando importantes
cargos de dirección empresarial y artesanal.
Ecuador es un país casi desconocido para los lectores españoles, aun
para los que trabajan como en la universidad como supuestos especialistas en la
literatura hispanoamericana (fue un trabajo maravilloso en ese sentido: han
sido años de grandes descubrimientos); en Argentina, en cambio, estaban las
figuras de resonancia internacional como Arlt,
Borges, Girondo, Marechal, Victoria Ocampo... De todos modos, una de
las cosas fascinantes de cada proyecto histórico es la capacidad que ofrece de
presentar algo así como una radiografía del campo intelectual del país en
cuestión –y de sus relaciones con España– en la época de la guerra, dentro de
la cual figuran también, por supuesto, escritores que han sido relegados al
olvido, justamente o no
En años anteriores, (1969- 75), en la Biblioteca Feo La Cruz de
Valencia, me encontré con numerosos escritos en sus archivos en un trabajo
personal de investigación política y literaria sobre Hispanoamérica y América
Latina que son dos concepciones altamente distintas en la colonización de
nuestro territorio. Me encontré, repito, por otra parte, con los escritos de
numerosos periodistas e intelectuales argentinos que vivieron la guerra en
primera persona, muchos de ellos como corresponsales, pero en otros casos como
testigos involuntarios, que simplemente estaban en España en el momento de la
sublevación militar franquista. De todos modos, una de las cosas interesantes
en este proyecto de estudio bolivariano que era una materia optativa en mi
pensum de estudios universitarios es ver cómo la intensidad emocional que es
uno de los rasgos centrales de cualquier testimonio existía también en los
intelectuales que veían el conflicto desde la “lejana retaguardia”
latinoamericana: una intensidad mezclada, muchas veces, con sentimientos de
impotencia y hasta de culpabilidad, por no estar allí, participando en la
guerra.
Así que Chávez es una consecuencia de la historia y nos la presento en
su cruda realidad y los peruanos se equivocaron de ruta al menospreciar a
Alberto Fujimori en la presidencia, quién ya había tenido cuatro entrevistas
con el comandante Fidel Alejandro Castro Ruz para levantar un proyecto de
producción y explotación de minerales, el gran esquema ideológico traspasaba
las fronteras hasta Bolivia, pero, la interrogante era La Guyana Esequiba
apoyada por Cuba, Washington y los
británicos constituía un acertijo que ni Obama en su visita en la Habana pudo desenredar a cabalidad
porque su cuerpo diplomático tuvo que salir de urgencia por problemas auditivos
ante la presencia de ondas sonoras magnéticas en sus circuitos de trabajo.
No es fácil, como lo quiere interpretar nuestro Canciller Jorge Arreaza
sobre el caso español, siendo un aventajado profesional salido de una
universidad estadounidense. Al igual que la planta de generales provenientes de
La Casa de Las Américas, donde terminaron su profesionalización como hombres de
guerra o ¿Agricultores? En este tiempo.
Habría que establecer un matiz básico. Solo México apoyó abiertamente a la
República Española durante la guerra. El gobierno colombiano mostró ciertas
simpatías con la República, pero los demás países, muchas veces desde una
postura aparentemente no intervencionista, favorecían a Franco desde los
primeros meses de la guerra. Rompieron relaciones con la República, durante
esos primeros meses, El Salvador, Guatemala, Uruguay... Claro: una cosa es lo
que decían y hacían los gobiernos; otra cosa es lo que sucedía con la opinión
popular y con los intelectuales. La guerra mediática existía en todos los
países donde no imperaba la censura.
Me estoy refiriendo a la Guerra Civil Española durante la época del
Generalísimo Francisco Franco, su perfil e incidencias en Sudamérica, más en
Perú y Ecuador donde hay tanta xenofobia hacia los venezolanos y sí, están
trayendo en aviones Conviasa a muchos de ellos, pero no se les explica las
incidencias del lenguaje de Juan Guaido, Julio Borges y Antonio Ledezma, el mal
que ocasionaron junto al Grupo de Lima a Venezuela y sus residentes, más allá
de estarse acorde con nuestro presidente Nicolás Maduro Moros, porque por otro
lado Cuba está al lado de Guyana y Washington, nosotros tenemos todas las
materias primas, digo el territorio nacional, pero, estamos empobrecidos por
mal manejo histórico y político del país y recordemos que Simón Bolívar era un
español mantuano nacido en Caracas y de allí su adversidad con Sebastián
Francisco de Miranda, un venezolano
de raíces extranjeras y afrancesado.
Por supuesto, había posturas ya establecidas de antemano, pero creo que
se puede decir que si bien los franquistas convencían a sectores importantes de
las sociedades latinoamericanas al comienzo de la guerra (las imágenes de
violencia en la zona republicana, las iglesias incendiadas, las noticias sobre
el “caos” comunista y anarquista, los testimonios de latinoamericanos
adinerados que regresaban espantados de la península..), las noticias y las
imágenes mostraban, con una fuerza cada vez más impactante, otras realidades:
la masacre de Badajoz, la intervención masiva de aviones y tanques alemanes e
italianos, la participación también masiva de tropas de Mussolini, y sobre todo
los bombardeos de las ciudades, las casas derruidas, los niños muertos, las
mujeres muertas, los ancianos muertas... Al final de la guerra, las repúblicas
de América Latina veían con toda claridad lo que podía significar, para ellas
también, el fascismo.
He allí, la lucha titánica de Chávez de liberar de nuevo territorios y
emular a Bolívar y Sucre. Pero, lo traicionaron desde Miraflores con un
personal apátrida que todavía existe y con cargos direccionales en la
administración del Estado y coordinadores de las bolsas Claps.
Pero sigamos.
En términos proporcionales: Cuba, en primer lugar; y luego Argentina.
Cuba es el único país donde se ha trabajado sistemáticamente sobre la historia
de sus brigadistas: hay varios libros sobre el tema. Hace algunos años un
grupo de historiadores de Mar del Plata publicó un libro importante sobre el
tema: Voluntarios de Argentina en la Guerra Civil Española.
alguno ha sentido la tentación de huir, de ser neutral o, peor aún, de
traicionar, ha temido a la sanción suprema que impone la cultura a sus
tránsfugas: la muerte espiritual”.
En el caso argentino, hubo importantes intelectuales conservadores y
nacionalistas que escribieron a favor de España: pienso en
Leopoldo Marechal, que tradujo la “Oda a los mártires españoles” de Paul Claudel,
o bien en Manuel Gálvez y Carlos Ibarguren. Hubo también liberales que no
sabían muy bien dónde posicionarse: Borges firmó un par de manifiestos al
comienzo de la guerra –contra la sublevación militar, contra el asesinato de
Lorca–, pero prefirió callarse después; Girondo lamentó la “epidemia”
de preocupación política que vivían sus compañeros de generación e insistió en
la necesidad de dar la espalda a Europa para pensar en cosas americanas;
Victoria Ocampo y Eduardo Mallea, los dos intelectuales fundamentales de
la revista Sur, ensayaron la neutralidad pero se vieron obligados,
en cierto momento, a tomar partido en contra de Franco y sus aliados. Pero
claro, la gran mayoría de los intelectuales estaban en contra de Franco desde
el comienzo: los anarquistas (Rodolfo González Pacheco, Diego Abad Santillán) y
trotskistas (José Gabriel), a favor de la revolución; a la vez, la Agrupación
de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores (A.I.A.P.E.) reunió a la
mayoría de intelectuales de izquierda en una especie de frente común (con
predominio comunista) en defensa de la cultura y contra el fascismo.
El panorama político sobre América Latina no es alentador, se mueven
fuerzas subterráneas asimétricas y de cuarta generación y el escudo de defensa
solo lo ha colocado Rusia, es mucho trabajo para Vladimir Putin solo. Los
chinos, todo es dinero y nunca han sido nuestros aliados, solo les importa
llegar a Bolivia por el Litio a través de Venezuela y ampliar la trayectoria de
La Ruta de La Seda, cuenta con armas químicas y mutación de roedores para
avanzar y ocasionar muertes innecesarias, esto
viene desde la traición a Ernesto Guevara De La Serna en Bolivia por los
mismos cubanos, cuando el Che tenía un trabajo adelantado de diez años para
frenar la extracción de minerales de Bolivia y la necesidad de abrir una ruta
al mar.
Pero, hoy esta tierra latina está llena de cobardes, sea de derecha o
izquierda y los antes mencionados deberían estar detenidos y los negociaría por
la libertad de Ilich Ramírez y Assange con la participación diplomática de
Moscú, (Rusia)
El profesor Vladimir Acosta fue claro en su último artículo publicado
por La Web Aporrea:
“Reagan
cometió crímenes horrendos en Centroamérica causando decenas de miles de
muertos. Cuando derribó un avión civil iraní lleno de pasajeros dijo que eso no
le quitaba el sueño. Bush I, ex jefe de la CIA, invadió Irak e invadió Panamá
donde bombardeó un barrio popular causando miles de muertos, lo que tampoco le
quitó el sueño. Clinton pasó un mes destruyendo Serbia y para tapar su affaire
con una joven becaria bombardeó la única fábrica de medicinas de Sudán. Sigue
feliz, rico y tocando el saxofón. Su sola frustración es que su esposa,
Hillary, no pudo ser presidenta, pero como secretaria de Estado de Obama, el
hipócrita Rey del dron,
celebró la invasión de Libia y la horrenda muerte de Gaddafi. De los crímenes
de Bush II, ni hablar. Me quitaría el espacio que me queda.”
Estos
asesinos siguen llenando al África de ébola y virus endémicos con el haz de la
muerte en sus manos.
Obama
e Hillary son de mucho cuidado y Biden su acompañante y muchos izquierdistas
creen que es un hombre bueno, estuvo acompañando a Barack en la muerte de
Muhammad Gadaffi, cuyos hijos estudiaron en Inglaterra y colaboro con campañas
electorales en Francia, cuyos aviones sirvieron para bombardear a Libia días
posteriores.
A
los Imperios no les interesa el valor de la moneda, solo el de los minerales y
sus respaldos en la economía internacional.
La guerra civil española, trágico desenlace de complejísimas y viejas
tensiones, no resultaba un acontecimiento ajeno, y llegó a vivirse como una
causa propia entre muchos intelectuales peruanos: los más tradicionalistas
vieron en ella una posibilidad real de acabar con un comunismo que amenazaba
con destruir la raíz católica del mundo hispano; los intelectuales de
izquierdas defendieron un orden democrático por el que también estaban luchando
en su país. Para los que seguían en el Perú, el apoyo a la República,
generalmente desde la clandestinidad, se tradujo en fuertes represalias. Los
intelectuales peruanos, cumpliendo las palabras de Vallejo (“si la madre /
España cae –digo, es un decir–, / salid, niños del mundo; ¡id a buscarla!”),
fueron a la búsqueda de una España que se proyectaba más allá de sus fronteras
y de su tiempo. El acercamiento a la península se detenía en la guerra, pero
abarcaba mucho más: existía una indagación sobre el origen y la historia
comunes, una aproximación que el presente de entonces avalaba con violencia y
terror en ambos países
En el Museo de Bellas
Artes de Buenos Aires hay una escultura en bronce de Antonio
Silvestre Sibellino que lleva como título "Dolor de España"
(1939). Representa a un hombre, sentado en una silla, con el torso retorcido
por el dolor. El título es, evidentemente, ambiguo: la figura puede
interpretarse como una alegoría humana de la España sufriente, pero mucho más
convincente —sobre todo porque la figura está sentada, y porque de la cintura a
los pies aparenta tranquilidad— es ver en ella una representación mitad
realista mitad expresionista del dolor sufrido a causa de España por los que
vivían la guerra como si fuese en carne propia, siguiendo con desesperante
impotencia, desde la sedentaria calma de sus escritorios en la lejana
retaguardia argentina, la larga letanía de batallas, bombardeos y muerte.
Los intelectuales de Argentina, tomando partido con furia vociferante,
respondieron a ese dolor de España con una amplísima, casi inabarcable
producción de ensayos, poemas, narraciones y obras dramáticas.- Muchos viajaron
a España y enviaron a casa textos testimoniales cargados de asombro y emoción.
Para casi todos, más allá del bando que apoyaban, España era otra vez la madre
patria, una madre que se desangraba en el prolongado y brutal parto de su
futuro.
América hoy se abate
hacia un nuevo mundo al igual que España, por dejar entrar filosofías fuera de
una contextualización pragmática y donde se dieron las bases a un conjunto de
delitos y extorsiones por el gas y petróleo, donde Chávez quiso extirparla,
pero fue amarrado por sus grandes amigos civiles y militares y se olvido de la
liberación de Ilich Ramírez ante e gobierno francés que nos dejo heridas
profundas.
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